martes, 24 de abril de 2012

Gente Hipócrita

Qué hipócrita es decir: "Nací en una ciudad machista, pero yo no lo soy".
Qué hipócrita es decir: "Me crié en una ciudad racista, pero yo no lo soy".
Qué hipócrita es decir: "viví mi infancia en una cultura corrupta, pero yo no lo soy".
Qué hipócrita es decir: "Viví casi toda mi vida en Lima, pero no soy como la mayoría de limeños".

¡Hipócrita! Sólo aceptando lo malo que hay en uno es como podemos cambiar...

domingo, 15 de abril de 2012

Gracias por entender

Gracias por entender

... que estoy cansado
... que tuve un día de mierda
... que sexualmente ahora soy un robot
... que prefiero desahogar mis ánimos de un día de mierda en mi blog que abrazarte
... que ver Los Simpson me relaja
... que me comí toda la pizza
... que respetes mi lado de la cama
... que debía decirte que tenías el aliento fuerte
... que me gusta que estés a mi lado

Gracias

jueves, 12 de abril de 2012

Terapia electroconvulsiva

Buscando entre mis cajones me encontré este blog que tenía abandonado hace tiempo.... a ver si le doy electroshock con posts cortos y le hago revivir. Sin ningún rumbo voy a seguir escribiendo a ver qué sale....

martes, 21 de octubre de 2008

Por qué no creo en dictadores

Imagínense un planeta vacío de inteligencia y fértil. En ese planeta aparecen (sin saber cómo aparecen), unos seres que piensan (sin saber cómo piensan), que sufren por las hostilidades del planeta (sin saber por qué) pero que descubren una manera de soportar su miserable existencia: Hacer que otros hagan lo que ellos no quieren hacer. Que otros sean los que cosechen las tierras, que otros sean los que construyan casas, que otros sean los que limpien sus desperdicios.

UN HOMBRE, en ese planeta es totalmente libre, no hay ninguna ley externa, nadie le enseñó qué es lo bueno y qué es lo malo. Es más, ni siquiera hay que pensar que existe algo bueno o algo malo, simplemente existe acciones agradables y acciones desagradables.

Imagino que soy ese hombre, arrojado en la tierra sin saber qué hacer, con otros como yo, pero no se ven como yo, encima hablan diferente, tienen costumbres diferentes y comen otra comida. Una acción desagradable para mí es que me esclavicen, por contraposición agradable será esclavizar a otro. Pero no sólo por lo agradable, sino que tengo que hacerlo antes de que me esclavicen. Tengo que empezar con uno que sea más débil que yo, felizmente no todos somos iguales. Pero esto no puede parar, no soy el único que ha conseguido un esclavo, hay otros que lo han hecho, aún estoy en peligro, pero siendo dos, ya puedo cazar a uno más fuerte que yo. Uso mi fuerza para esclavizar a los más débiles, uso mi inteligencia para cazar a los más fuertes. Formo un ejército y me doy cuenta de que no soy el único, existen muchos ejércitos como el mío. Tengo que atemorizar a los que no desean pertenecer a mi pueblo, tengo que premiar a los que sí lo desean, tengo que destruir a los que no son como nosotros, antes de que lo hagan conmigo.

Pero algún día vendrá un ejército más grande que el mío y me matará, algún día mis esclavos se cansarán de serlo, se sublevarán y me matarán, algún día mi hijo querrá mi poder y me matará, algún día porque envejeceré y seré débil alguien me matará. Tengo un miedo que no puedo eliminar, un miedo al sufrimiento, a la muerte. Es por ese miedo que he hecho lo que he hecho, pero no es suficiente.

Pero me doy cuenta de que no soy el único con ese miedo, hay otros, casi todos tienen ese miedo. Así que hacemos un pacto: yo no te mato y tú no me matas. Creamos una nación, la Nación del Pacto, donde yo no mato mientras otros duermen para que otros no me maten mientras duermo. Pero esta nación crece y necesitamos a alguien que vigile que el pacto se cumpla, YO necesito a alguien que vigile que otro no me mate. ¿Pero acaso ese vigilante no me puede matar? ¿Quién debe ser ese incorruptible que me asegure que despertaré al día siguiente? Solo viviré tranquilo cuando yo sea ese vigilante y que todos confíen en mí.

Esta es la lógica del dictador, la del que pone orden, la del mesías salvador que gracias a él su país va a salir adelante, la del magnánimo que se cree enviado del destino para mejorar a los que él llama "nosotros". ¡Pobres de los que estén en su contra! Porque estarán en contra de toda la nación que a puesto su fe en él, deberá eliminar la oposición, deberá eliminar a “ellos” que están en contra de “nosotros”.


Esta es la irremediable conclusión del que parte de la premisa "el hombre es lobo del hombre". En el Perú se creyó (y aún muchos lo creen) que el peruano es el peor enemigo del peruano. Fíjense, es la misma frase adaptándola a nuestros tiempos. Cuando estuve de viaje a Chile escuché que varios decían que el chileno era el peor enemigo de un chileno. Abstrayendo: ¿Acaso no se piensa que el peor amigo de un sudamericano es otro sudamericano? se piensa que el peor enemigo de Ecuador es Perú, que el peor enemigo de Perú es Chile, que el peor enemigo de Chile es Argentina, que el peor enemigo de Argentina es Brasil... y la lista puede continuar. Aquél que crea que esto es verdad acabará irremediablemente pidiendo auxilio a una mano fuerte que lo salve y ponga orden.

Ahora imagínense un planeta, donde el ser humano está arrojado en él, sin saber por qué. Y que cuando digan “nosotros” se refieran a todos, y cuando digan “ellos” no se refieran a nadie…

Por qué soy corrupto


Cuando los españoles vinieron a Sudamérica conquistaron los pueblos indígenas de la región. Es decir, entraban a un pueblo, mataban a los varones que podían ser peligrosos para ellos, violaban mujeres, mataban niños y si era conveniente, esclavizaban a los que quedaban. ¿Por qué lo hacían? Cuando atraparon a Atahualpa, un español le enseñó el oro y le dijo: “nosotros comemos esto” (para los incas el oro no tenía valor, simplemente era un metal bonito y ornamental). El inca ofreció un valioso rescate pero igual buscaron cualquier excusa para matarlo. Lo curioso de esto es que expresa que los españoles que vinieron son los que "comían" oro, no conocimiento, no deseo de vivir bien, sino oro. Lo que vino a Sudamérica durante tantos años fue lo peor de España.

Los valores traspasan las generaciones, y se siguen de padres a hijos. La clase alta peruana en la república aristocrática era descendiente de esos españoles y heredera de sus valores. La pasaban bien, el país estaba perfecto para ellos, si había peligro en las calles, la única solución era tener un mejor guardaespaldas y no mejorar las calles. Era una clase opresora y no una clase dirigente, una clase que somete al pueblo para su bienestar y no una clase que quiere conducir al pueblo hacia un bienestar común.

Ahora los tiempos han cambiado pero los valores no tanto. Rómulo león tiene 60 años y es prófugo del país por 50 mil dólares, ¿No es muy viejo para meterse en cosas por el estilo que no sólo lo arrastran a él sino a su familia? ¿Acaso 50 mil dólares no es muy poco dinero para arriesgarse de tal manera? ¿esto ha de asombrarnos? Estas preguntas son incontestables si solamente se ve ese caso como algo aislado. Miren el conjunto. Toda su vida la ha vivido así, ese hombre no puede no ser corrupto.

Fijémonos en los valores que aprendemos, sinceramente… debo admitir que me siento como un tonto esperando que el semáforo rojo cambie a verde si son pasadas las doce y no viene ni un auto. Que a veces me dan ganas de botar basura a la calle; que no cruzo la pista por las rayas blancas esquivando autos; que excedo el límite de velocidad en Javier Prado si es que no hay censores que me lo impidan. Siento que si sigo la norma en su totalidad soy un huevón. ¿Por qué siento esto? PORQUE TODOS LOS PERUANOS QUE HABLAN EL ESPAÑOL COMO LENGUA MATERNA HEREDAMOS LOS VALORES DE LOS ESPAÑOLES QUE LLEGARON CON PIZARRO. SOMOS CORROMPIBLES, SI ES QUE YA NO SOMOS CORRUTOS. El corrupto se siente idiota si no aprovecha la oportunidad para corromperse. Incluso podría decir lo mismo de los sudamericanos sin miedo al error, pero tal afirmación sí sería arriesgada.

No caigamos en simplismos como en dividir a la sociedad en ricos y pobres, (donde el rico por el mero hecho de ser rico es malo y el pobre es bueno). Me encantaría tener mucho oro, y en cierto sentido desayuno, almuerzo, ceno y oro, pero estoy consciente de que soy corrompible. Me gustaría pensarme como un hombre totalmente estoico, pero sé que no lo soy, tengo mis debilidades y mis contradicciones. Por eso, si quiero vivir mejor, también tengo que pensar en mis jefes y en los que trabajan para mí. Yo no puedo crearme un paraíso para mí solito. Las serpientes vendrían y se lo comerían. O creamos un paraiso para todos o cada uno tendría que volverse la serpiente más fuerte... prefiero la primera opción.

miércoles, 9 de julio de 2008

Por qué me siento descendiente de los griegos

Si bien en el Perú coexisten diversas culturas, creo que no me equivoco al decir que la del mundo andino y la occidental son las predominantes. No creo que nos hayamos separado de Europa lo suficiente como para no considerarnos occidentales, como si lo hicieron los antiguos griegos de mesopotamia.

Con el canto de la Iliada las tribus europeas se terminan de separar culturalmente de las asiáticas. Aparece un poema propio de un pueblo en el cual existen costumbres, concepciones sobre el mundo y cosmovisiones diferentes a las demás, sobretodo a las de sus ancestros babilónicos. Por poner un ejemplo, tenemos a un rey (Príamo) que por más bueno y por más respetuoso de los dioses que fue, saquearon su ciudad, mataron a sus hijos, lo degollaron y luego mataron a su esposa. Vemos pues, por poner un ejemplo, que esta concepción dista mucho del karma de la india, (el cual señala que si haces cosas buenas y eres bueno, te van a suceder cosas buenas).

Según los mitos, la antigua Grecia estaba llena de monstruos y criaturas extrañas. Al igual que Manco Capac, quien limpió la tierra de extraños para los Incas, y Abraham, quien sacó a su pueblo de una ciudad pagana, Helen limpió la tierra de esos monstruos para sus hijos y sus descendientes. Entre sus descendientes están Dorio, Eolo, Jonio y Aqueo quienes serán los padres de las cuatro ramas de los helenos. Aqueo es el padre a su vez de los Aqueos, los cuales son lo que invaden Ilión, o más conocida como Troya. Los hijos de Helen se llamaban así mismos Helenos y llamaban bárbaros a todas las demás razas, (“bárbaro” viene del sonido de las ovejas “baaar, baaar” y empezó significando algo así como “los que hablan haciendo ruido como las ovejas”, sumándose luego una connotación despectiva a esta palabra). Señalo esto porque el hecho de que los helenos llamen a los OTROS con una sola palabra es que ellos se comenzarán a sentir como un NOSOTROS. Tucídides (un heleno de la antiguedad) escribe que existe una lengua común pero con cuatro acentos, sin embargo, aún así se consideraban de la misma raza.

Los romanos conquistan a los helenos pero no los llaman así, los comienzan a llamar “Griegos” y. si bien los conquistan militarmente, son conquistados por los hijos de Helen culturalmente. Así pues, para ejemplificar, los romanos comienzan a reproducir sus estatuas (existen muchas versiones romanas del discóbolo, se conoce esta estatua gracias a los romanos, el original se perdió), traducen a los filósofos al latín y el griego se vuelve el idioma culto en contraposición al latín, el idioma del pueblo.

En Roma (y ya desde los helenos) muchos pensadores creían que debía existir un dios superior que pueda explicar mejor el todo, que sea el origen de todo y que sea el padre de los demás dioses, ya que ellos tenían debilidades, nacían y morían. Ese dios debía ser omnipotente. Si bien existían muchas religiones en el imperio, no es coincidencia ni azar que la de los cristianos sea la que mejor haya calzado con la necesidad y la “sed” religiosa de muchos. Por eso el cristianismo, a pesar de toda la persecución que hubo, se expande por el imperio, llegando a ser la religión oficial.

El imperio se divide en dos y luego cae la parte del oeste, (la parte del este, el imperio bizantino, vivirá mil años más, pero luego desaparecerá por la invasión turca de los musulmanes, nosotros no descendemos de esa cultura). Los bárbaros se reparten Europa pero a su vez son conquistados religiosamente. Dejan de adorar a Odín para adorar a Cristo, obviamente todo esto se dio poco a poco y con mucha sangre de por medio.

Toda religión tiene su axis mundi, es decir, eje del mundo o centro del mundo. Para el Perú del primer horizonte el axis mundi era Chavín de Huantar, para los helenos era el oráculos de Delfos, y para los cristianos de la edad media era Jerusalén. De ahí que los pueblos que estén al este de Jerusalén sean llamados orientales, y los que estén al este serán llamado Occidentales.

Los musulmanes casi dan la vuelta al mar mediterráneo. Por el oeste, es el reino de castilla quien los detiene, un pueblo que vivió en las fronteras de la guerra. Creció con tanta fuerza que no sólo expulsó a los invasores, sino que llegó hasta América. Pero estos españoles occidentales, no venían con ganas de intercambiar, sino de dominar e imponer su cultura. Que los indios dejen sus dioses paganos y que recen al Dios que alguna vez fue del impero.

Los indios aprenden frases como “victoria pírrica” (frase que viene por Pirro, un general romano), concepciones como “causa” y “efecto” (pensamiento que inauguró Aristóteles), y darse la mano al saludar (costumbre medieval). Dejan de dormir en cuclillas para dormir en camas, dejan de señalar hacia atrás cuando quieren decir “futuro” para señalar hacia adelante, dejan de adorar a un dios que ven, para adorar a un dios que no ven, etc. La lista es demasiado larga…

Si bien, como peruano, me gustaría sentirme una mezcla de las dos culturas, occidental e incaica, no puedo evitar admitir que de indio no tengo más que ácidos desoxiribonucleicos, ya que occidente entró con tanta fuerza a América que casi erradicó al mundo andino. No es un honor sentirme occidental, puesto que lo que llegó a América fue lo peor de la cultura del oeste. Cortéz, Pizarro y todos los demás fueron guerreros, conquistadores, saqueadores, con valores morales casi inexistentes y tergiversados. Le hicieron a América lo que los vándalos y godos le hicieron a Roma… típico de occidente.

Pero debo admitir que tampoco es una vergüenza sentirme occidental. Es la cultura que se impone en el mundo. Es una cultura que le da peso a la razón, pero también a lo místico. Las universidades, las escuelas, los hospitales, son inventos de la iglesia occidental. Es decir, como todas las culturas, tienen sus cosas buenas y malas. Lo único que me queda decir es que espero poder sacar lo mejor de occidente y lo mejor del mundo andino.

domingo, 8 de junio de 2008

Por qué tengo prejuicios


En el pensamiento escolástico la duda de ciertas cosas no era bien vista. No se podía dudar de lo dicho en las sagradas escrituras. Tampoco se podía dudar de las enseñanzas de los padres de la iglesia. Pero estas enseñanzas tenían misterios, existían cosas en la realidad que no podían ser explicadas. Si bien la frase “Dios lo hace así” no explica “Por qué lo hace así” ni “Cómo lo hace”. Esta incapacidad de dudar hizo que la ciencia no avanzara, y que toda verdad deba ser inferida bajo ciertos principios indubitables. Sin embargo, aunque la ciencia no avanzó, no se debe ignorar el hecho de que todas las cosas intentaron ser explicadas.

En los albores de la edad moderna se empezó a dudar de las premisas que marcaron a occidente por mil años. Descartes fue el primer gran pensador que quizo deshacerse de toda premisa equivocada o errónea, ¿Pero cuáles son las equivocadas? ¿Cuáles las certeras? Para no equivocarse debía deshacerse de todas, de todo lo que le habían enseñado, de todo lo que él suponía, de todo lo que sus sentidos le decían.

Descartes duda de todo, escepto de una cosa, algo de lo cual nadie que duda puede dudar, y es que está dudando. Empiezqa así su primera certeza: si duda es que piensa y existe. Empieza así a armar eslabones de pensamiento con esta primera certeza: “Pienso y existo” (Cogito ergo sum). Descartes y sus seguidores piensan fundar la ciencia moderna, los nuevos conceptos de verdad, etc. en este primer eslabón.

Lo que no vieron los cartesianos y el cartesianismo es que simplemente estaban cambiando un problema por otro. Esta manera de probar las cosas parte simplemente de la premisa: “si es que no puedo dudarlo, es que debe ser verdad”. Así, entonces, de lo que se puede dudar hay que tener cuidado, es posible que no sea verdad. Según Peirce, al menos el escolastismo intentaba explicar las cosas, sin embargo, el cartesianismo simplemente vuelve muchos hechos en inexplicables.[1] Peirce plantea que no podemos empezar con una duda completa, más bien debemos empezar con todos los prejuicios sobre la mesa antes de empezar cualquier estudio. No podemos disiparlos sólo por una máxima o un deber, hacerlo sería un autoengaño, no una duda real. Es cierto que una persona, bajo un hecho determinado, puede dudar de algo que creyó durante mucho tiempo, pero lo hace porque tiene una razón positiva para ello. No pretendamos dudar en la razón de aquello de lo que no dudamos en nuestros corazones.

Gadamer da un paso más allá sobre los prejuicios. “En sí mismo <> quiere decir un juicio que se forma antes de la convalidación definitiva de todos los momentos que son objetivamente determinantes”[2]. Este juicio que se forma antes, de por sí no tiene carga positiva o negativa, sin embargo hay sitios donde su sola mención causa pavor. Por ejemplo, si lo vemos del punto de vista de la jurisprudencia, un prejuicio es una predesición jurídica antes del fallo de una sentencia definitiva, es decir, tiene una carga negativa por lo que debemos evitarlo, (por eso en francés “préjudice” significa también perjuicio, desventaja, daño). Sin embargo, no porque haya una consecuencia negativa, el prejuicio debe ser catalogado como tal.

“Prejuicio” no quiere decir juicio falso ni juicio no fundamentado, quiere decir juicio previo. El querer superar todo prejuicio señala en sí mismo un prejuicio, no podemos negar nuestra finitud y los límites de nuestra conciencia. Al ser limitados debemos aceptar que existen prejuicios y que no podemos no tenerlos, más aún no debemos pretender que no los tenemos, tal acción nublaría nuestros juicios y caeríamos errores difrazados de verdad.

Pertenecemos a una tradición, tradición en formas de costumbres pero también de pensamiento, y esta no necesariamente debe divorciarse de la razón. Intentar negar nuestros prejuicios (el prejuicio a los prejuicios) es intentar negar todo lo que hemos adquirido en nuestras vidas.

[1] Cfr. PEIRCE, Ch. El hombre, un signo (el pragmatismo de Peirce), Crítica, Barcelona 1988.
[2] Gadamer, H. Verdad y Método. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1991. Pg 337